domingo, 14 de diciembre de 2014

CIERTOS CASOS.

En una parte remota del mundo, un agorafobico es capaz de salir de su casa con doble puerta por primera vez en veinte años y saludar a quien pasa por delante. En otra remota parte del mundo, un hombre enamorado se queda ante las puertas de donde vive la mujer que ama sin ser capaz de llamar a su puerta. Pero ahí estaría... el resto de su vida. ¿Estamos ante un extraño caso de filofobia tranquila, o como hizo el hombre agorafobico, sólo espera el momento adecuado?


-León de Fuego en el Valhalla-

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