Nos acostumbramos al dolor fácilmente.
El hombre se acostumbra a que el dolor es su fuerza y por eso,
se dicen algunos: Con cada dolor que sufrimos, más viviremos.
Más fuertes nos haremos.
Más fuertes nos haremos.
Mi pobre corazón me sorprende una
vez más al devolverme cada día
un poco más del fuego al que antaño me tenía tan acostumbrado.
Me susurra y me cuenta que aún no está
escrito a martillazos mi epitafio en el sepulcro.
Que aun con sus piernas rotas, me ayuda a levantarme
y a seguir la batalla de la vida, aun que no ganemos la guerra.
Firmes golpes de fusta autoinfligidos
me anularon la razón y dieron paso al sin vivir.
Me susurra y me cuenta, que ahora,
ser libres se nos hace necesario.
Llorarán a mis pies al igual que invito a que rían también.
O que vengan con sus cruces y antorchas, me limitaré a volar.
-León de Fuego en el Valhalla-
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